La producción de cordero comienza en el campo, donde los ganaderos implementan prácticas responsables para minimizar el impacto ambiental. Esto incluye el uso de pastizales naturales, la rotación de cultivos y la gestión adecuada del agua. Al criar corderos en pastos abiertos, se promueve la biodiversidad y se mejora la salud del suelo, lo que a su vez reduce la necesidad de fertilizantes y pesticidas químicos.
Además, la alimentación de los corderos juega un papel crucial en la sostenibilidad.
Los ganaderos optan por dietas naturales y equilibradas, evitando el uso de antibióticos y hormonas de crecimiento. Esta práctica no solo garantiza una carne de alta calidad, sino que también contribuye a la salud y bienestar de los animales. La trazabilidad es otro aspecto importante, permitiendo a los consumidores conocer el origen de la carne y asegurarse de que proviene de fuentes responsables.
La sostenibilidad en la producción de carne de cordero también implica un compromiso con las comunidades locales. Al apoyar a los pequeños productores y fomentar prácticas de comercio justo, se fortalece la economía rural y se promueve un sistema alimentario más equitativo. Elegir carne de cordero sostenible no solo beneficia al medio ambiente, sino que también apoya a los agricultores que trabajan arduamente para producir alimentos de manera ética y responsable.